“Las drogas generan un deterioro social significativo”

 

 

Las drogas provocan estragos en las poblaciones del mundo entero. Nuestra provincia no quedó exenta de este flagelo que está íntimamente ligado al incremento de la delincuencia, los hechos de violencia y que afecta principalmente a los jóvenes.
En diálogo exclusivo con elancasti.com.ar, el director de Asistencia Integral de las Adicciones, Daniel Fuenzalida, realizó un pormenorizado análisis sobre la problemática y el trabajo que realizan día a día en el Centro Integral de la Salud (CIS), de avenida Virgen del Valle Norte 2050, para brindar asistencia a las personas adictas, pero también a la comunidad en general.
“Un tratamiento por adicción como mínimo tiene una duración de tres años, es a largo plazo, las recaídas están contempladas”, explicó el funcionario al contar que desde el 2006 hasta la fecha lograron 25 altas recuperadas. El Centro actualmente atiende entre 70 u 80 adictos.

 

– ¿Qué es el Centro Integral de la Salud?
– El Centro Integral de la Salud es un proyecto de vieja data pero que comenzó a funcionar aquí (avenida Virgen del Valle Norte 2050) en abril de 2013. Antes existía el Humaraya, en la avenida Sánchez Oviedo, cerca de la ex cárcel, ahí se atendía exclusivamente a pacientes por el uso indebido de sustancias psicoactivas ilegales.
Con la apertura de este Centro se amplió la cobertura de todo lo que respecta a las adicciones en particular y de la salud mental en general; como la atención suicida, compensaciones psiquiátricas o cualquier otro tipo de consultas. No obstante, la demanda que prevalece es por el uso indebido de sustancias.
Se incorporó el servicio de internación, tenemos capacidad para 15 camas, ambos sexos. Generalmente, las expectativas están focalizadas en la internación y muchas veces la demanda es que los pacientes permanezcan internados durante un tiempo prolongado; pero esa no es la modalidad de este Centro Integral de la Salud, sino que seguimos los lineamientos de la Ley Nacional de Salud Mental.
A la Ley la estamos implementando paso a paso, desde lo más mínimo…

 

– Y ¿qué establece la Ley Nacional de Salud Mental?
La norma establece que no van a existir más las instituciones monovalentes; es decir, aquellas instituciones que realizan la atención específicamente de un determinado tipo de problemática, por ejemplo, antes nosotros éramos monovalentes porque atendíamos solamente adicciones y nada más.
Habla la Ley de Salud Mental que las adicciones deben ser incorporadas en el ámbito de la Salud Pública en general, debe atenderse en todas las instituciones; es decir que en nuestra provincia la atención debe darse en el Hospital San Juan Bautista, en los CAPS, en las postas, en el Hospital de Niños ‘Eva Perón’. En todos los ámbitos debe tomarse a las adicciones como una problemática más de la salud mental.

 

– Con respecto a la problemática de las adicciones a los estupefacientes, ¿Cómo es el tratamiento o el abordaje que realiza el Centro Integral de la Salud?
– Inicialmente, se realiza todo un proceso de admisión. Después de la recepción de la demanda se concreta una charla orientativa en la que se define si el paciente necesita recibir asistencia en este lugar o en otro ámbito. Se tiende siempre a que la persona sea atendida en el ámbito más cercano a su domicilio y evitar así la desintegración familiar y social.
Se establece un equipo terapéutico que define en qué dispositivo va a incorporarse el paciente.
Uno de los dispositivos puede ser el ambulatorio. Pueden acceder a este tipo de tratamientos las personas que tienen un vínculo simple con las sustancias y que no les afecta significativamente sus vidas, que pueden ir a trabajar o a la escuela, que socialmente viven, que tienen un ámbito familiar contenedor. En estos casos, vienen, se les brinda cierta asistencia, se los incorpora a algún tipo de actividades, se van a sus casas y luego regresan en determinados días.
Luego tenemos lo que llamamos el Centro de Día, que puede ser el Centro de Mediodía o Día Completo. La otra alternativa es el Hogar de Día: el paciente viene y permanece todo el día, esto es para las personas que tienen ciertos factores de riesgo y menos factores protectores o contenedores, como un grupo familiar más complicado. Son pacientes que están mal vinculados con las sustancias, tienen un cierto abuso de la sustancia, o hay algunos rasgos de la personalidad que no les permiten sostenerse solos… Entonces, se lo asiste el mayor tiempo en la institución, con el tratamiento de tipo terapéutico y actividades que tienen un fin terapéutico.
También tenemos el servicio de internación para los casos en los que existen mayores factores de riesgo si el paciente permanece en el hogar o afuera o en situaciones de crisis o intoxicaciones agudas… Pero siempre apuntamos a internaciones breves, no a las internaciones prolongadas en las que se deja al paciente y queda acá.
Una vez que el paciente se recupera del motivo de la internación, sea un día o un mes, inmediatamente comenzamos a trabajar.
Cuando existe un abuso en el consumo de estupefacientes o una adicción, el paciente no tiene conciencia de enfermedad y, por ende, es difícil conseguir que la persona tenga la voluntad de adherirse a un tratamiento; pero si la hay, la misma vivencia de la abstinencia o del vínculo con su droga lo lleva a tener conductas evitativas de la internación y tiende a querer fugarse, a tener conflicto con la ley. En el Centro estas conductas se repiten, tenemos desde situaciones de colaboración a de extrema violencia que forman parte de todo proceso de un tratamiento.
Se diseñan estrategias de acuerdo a cada paciente, como la incorporación al ámbito grupal, resocialización, tenemos muchas herramientas que se han ido incorporando.
Paralelamente, forma parte de todo tratamiento la insistencia del grupo familiar, que es todo un tema porque si bien existe una demanda de atención de la familia, al momento en el que se les solicita colaboración, como la participación en entrevistas, a permanecer, a realizar cualquier tipo de actividades, hay cierta resistencia.
Se trabaja con la familia porque cuando se habla de adicción no hay que centrarse pura y exclusivamente en la problemática del paciente, son muchos los factores que lo llevaron a ser adicto y uno de ellos puede ser el contexto familiar. Y, por ende, cuando uno empieza a trabajar con la familia probablemente se empiecen a movilizar aspectos que pueden ser patológicos en muchos casos, pero ellos no lo saben. Y cuando se comienzan a mover, ellos lo sienten como peligroso y nos dicen que el tratamiento no sirve o que lleva más de un mes y el paciente sigue igual.
Esto hay que decirlo: un tratamiento por adicción como mínimo tiene una duración de tres años, es a largo plazo, las recaídas están contempladas.

 

– Durante esto últimos años, ¿cuántos pacientes obtuvieron sus altas? 
– Desde que se abrió la institución (Humaraya), en noviembre de 2006, debemos ir por las 25 altas recuperadas. Tenemos la suerte de haber visto a jóvenes que llegaron a estar deteriorados, que han estado en el extremo de la violencia, de abandonar el tratamiento, de volver, y que han podido con el tiempo salir, en tres o cuatro años.
Esto es así porque va acompañado también con la madurez propia de la persona.
Actualmente, me gustaría acotar, nos estamos encontrando con patologías duales. Estamos viendo a jóvenes con conflictos con la ley y también con ciertas patologías duales, como son los trastornos antisociales y otras cuestiones. Lo que complica más los tratamientos porque muchas veces la adicción ya viene incorporada con las pautas psicosociales de la persona.
Ya no es como muchos suponen que es la adicción, como un uso indebido de sustancias, como algo exclusivo y asilado que se lo va a tratar y el paciente va a salir adelante. Hay un montón de cuestiones psicosociales que nos complican los tratamientos porque ya escapan a nosotros cuando el paciente vuelve a su ámbito social.
Desde el Centro nos ponemos en contacto, en redes, con otros organismos para ver cómo se puede contener; pero, desafortunadamente, hay ciertas pautas de conducta hasta en el mismo contexto familiar que imposibilitan la recuperación.

 

– ¿Cómo se trabaja para resocializar a la persona adicta? ¿Qué actividades realizan?
– Se trabaja con el grupo familiar, con los vínculos cercanos. También con los espacios multifamiliares donde las familias de los pacientes se van relacionando y comparten una misma realidad.
Hay una cuestión que quisiera aclarar antes de continuar. Cuando abrimos el Centro lo pensamos como una institución polivalente; es decir, que se asista todo lo relacionado a la salud mental pero también planteamos la necesidad de brindar atención como un centro de salud.
Estamos acomodando todo a una institución polivalente tal como lo establece la Ley Nacional de Salud Mental porque no sólo atendemos a las personas adictas sino que atendemos a la comunidad, tenemos médicos clínicos, kinesiólogos, servicio de enfermería, odontología, psicología y otras alternativas.
Asimismo, formamos parte del Equipo de Crisis de la Dirección Provincial Asistencial que depende de la Subsecretaría de Salud Mental y Adicciones. Brindamos un servicio como del SAME pero de salud mental.
Hice esta aclaración porque justamente tiene que ver con la integración, la resocialización de los pacientes. Así como está sentada una mamá con un chiquito para que le tomen la fiebre y otra por hipertensión, llegan los muchachos por el tema de la adicción, esa es la idea.
También tenemos diferentes talleres. Les facilitamos a los pacientes las herramientas y los insumos para que se acerquen al tema del oficio y a la creatividad. Se les enseña a soldar, hacer block, a revocar, electricidad, algo de carpintería, a usar máquinas…
Años atrás realizamos un proyecto con pacientes que estaban en condiciones luego de haber pasado de un estado de abuso de sustancias y que ya tenían otros elementos de socialización. Junto al profesor salían a reparar cosas en las postas sanitarias.
La idea es que en un tiempo más, a través del Programa Núcleo de Acceso al Conocimiento (NAC), la comunidad y los pacientes obtengan alguna certificación que le sirva como instrumento de trabajo.
Tenemos también la Escuela de Formación Profesional. Por la tarde, tenemos docentes que enseñan huerta.
Actividad deportiva. Contamos además con cancha de futbol y básquet, gimnasio y realizamos distintas actividades de recreación.
Realizamos apoyo psicopedagógico para que estudien. Hay pacientes que después de un largo tratamiento salieron y hoy están estudiando en la Universidad. Generalmente, aparecen los viernes para jugar al futbol y comemos un asado.
Todo esto está sustentado también por terapia individual realizada por un equipo de profesionales: acompañantes terapéuticos, trabajadoras sociales, psicopedagogas, enfermería, medico psiquiatra, psicólogos y médicos clínicos.

 

– ¿Cuál es la realidad de este flagelo en Catamarca? ¿Existen estadísticas oficiales?
– No, actualmente y de forma oficial no contamos con datos pero ya debe estar entrando en funciones el Observatorio Provincial en Salud Mental desde dónde se va a comenzar a manejar esos datos.

 

– Pero en el Centro Integral de Salud, ¿cuántos pacientes se encuentran actualmente en tratamiento?
– En líneas generales, nosotros manejamos en promedio entre 70 y 80 pacientes. Ese promedio siempre tiende a subir porque tenemos varios ingresos y pocos de alta debido a que recién al tiempo se ven los progresos del tratamiento.
Pero entre esos 70 u 80 hay un gran porcentaje que son irregulares. Igualmente, los tenemos registrados como pacientes, vienen una semana, la otra no, se pierden varias semanas y vuelven a aparecer. Se hace todo un seguimiento, se realizan visitas domiciliarias, llamadas por teléfono, para promover la adhesión y para que vuelvan; pero una vez que se agotan esos recursos, se les da el alta por abandono y cuando vuelven se les hace nuevamente el ingreso.
Pero por mes los pacientes que tienen una continuidad en el tratamiento son 40 o 50, los que vienen regularmente.

 

– ¿Qué sector poblacional se ve más perjudicado por los estupefacientes? 
– Es variable, es muy heterogéneo el grupo. Estamos teniendo demanda de atención de familias y personas de clase media e incluso de más arriba también. En general, el grupo etario es entre los 14 -que es la edad mínima que recibimos acá- a los 21 años, es lo que más prevalece. La media sería los 17 años, la mayoría con conflictos con la ley.

 

– ¿Qué sustancias son las que comúnmente se consumen?
– Lo que últimamente se viene dando son las drogas que en definitiva son legales, como los psicofármacos; también la marihuana y la cocaína y el alcohol siempre está acompañando.
No hemos visto, afortunadamente, que el paco se haya encontrado en nuestra provincia, que es mucho más deteriorante porque tiene efectos nocivos.
Muchas veces lo que motiva la atención no es exclusivamente la adicción, sino que a partir de las pautas culturales de cierto sector lo lleva a tener conflicto con la ley y surge ahí la necesidad de atención. Hay muchas personas que antes de tener un vínculo con la sustancia llega a tener conflictos sociales con la ley, conflictos socioculturales, donde los niños ya van creciendo con una mirada distorsionada… Hemos tenido casos de niños con problema de adicción.
No hay un modelo de atención o abordaje de las adicciones que sea el exclusivo que da resultado. Esto depende de las condiciones o características individuales, sociales y contexto de cada paciente. Hay políticas de abordaje y nosotros las vamos implementando. Este es nuestro modelo de abordaje: de internación breve y tratando de trabajar con el contexto familiar y de la inclusión social… Es un modelo basado en los derechos humanos.

 

– ¿Qué opina sobre los intentos de despenalizar el consumo de la marihuana? 
– Desde mi lugar, como representante de una institución que trabajamos en la recuperación pero también en la prevención de las adicciones, sería muy apresurado dar una opinión pero sí puedo decir que, independientemente que se despenalice o no, no hace que la marihuana, la cannabis, sea más a menos adictiva o tenga efecto como sustancia psicoactiva.
Desconozco si va a haber más o menos consumo, pero sí que quien la consuma siempre va a estar expuesto a abrir la puerta de otro tipo consumo.
Lo que hace el consumo de cualquier tipo de sustancia psicoactiva es que a la larga va inhibiendo a nivel de personalidad de hacer ciertas cosas y va inhibiendo también al cerebro. Se deja de hacer ciertas cosas porque se queda estancado en el consumo de la sustancia.
Por eso es importante decir que, y en la Ley de Salud Mental aparece, nuestra política es la disminución del daño, la reducción de daños. Esto quiere decir que si la persona tiene cierto consumo no trabajamos en la abstinencia total e inmediata que sí lo hacen otras instituciones, pero nosotros comprobamos que no es una solución tampoco.
Trabajamos en la disminución de daños y a la par le vamos dando otros elementos. Hay que ofrecerles algo, les enseñamos a hacer con eso que les queda.

 

– Existen algunos excesos que tiene tolerancia social, como el alcohol o el tabaquismo. Pero, ¿cuál es su incidencia real?
– El consumo de alcohol y el tabaco son los que peores estragos generan a nivel nacional y mundial. Estadísticamente, y ya está establecido así, están en primera línea. Después aparecen las otras sustancias como lo son los psicofármacos a modo adictivo, pero no a nivel problemático como los que tratamos aquí. No sé quién no tome un psicofármaco para dormir y ya hay un proceso adictivo.
Con el alcohol es exactamente lo mismo pero son las sustancias socialmente aceptadas o legales…
Con respecto a lo que me preguntaba sobre la despenalización de la marihuana, hay que ver si con el tiempo pase probablemente a ser como un cigarrillo, pero usted sabe cuántas muertes hay por cigarrillo… Ahora, ¿cuántas muertes hay por consumo ilegal de sustancias? Lo que si lleva aparejado el consumo de sustancias son trastornos de personalidad que van al lado o ya existen antes del consumo y que por ahí cuesta definir que lleva a una cosa o a otra.
Muchas veces se dice que la delincuencia existe por la droga y no que el que es delincuente ya es delincuente… Una vez metido en las sustancias puede haberlo, pero sí lo que va llevando el consumo de sustancias es un deterioro social significativo, la persona deja de trabajar, estudiar, se aisla…

 

Texto: María Cristina Leiva

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